9.8.17

SIETE PASOS PARA ESCRIBIR UN CUENTO / EDGAR ALLAN POE

  1. Saber el final antes de empezar a escribir.
«Nada es más claro», escribe Poe, «que cada argumento, digno de ese nombre, debe de ser elaborado hacia su desenlace antes de intentar cualquier cosa con la pluma.» Una vez que comienza la escritura, el autor debe mantener el final «constantemente a la vista» con el fin de «dar al argumento el aire indispensable de la consecuencia» e inevitabilidad.
  1. Manténgalo corto —la regla de una «sola sentada».
Poe sostiene que «si una obra literaria es demasiado larga para ser leída en una sola sesión, debemos contentarnos con prescindir del efecto inmensamente importante derivable de la unidad de impresión.», forzando al lector a tomar un descanso, y que «los asuntos mundanos interfieran» y rompan el hechizo. Este «límite de una sola sentada», por supuesto, admite excepciones —o la novela sería descalificada como literatura—. Poe cita a Robinson Crusoe como un ejemplo de una obra de arte «exigiendo ninguna unidad». Pero la regla de una sola sentada se aplica a todos los poemas, y por esta razón, escribe Poe, Paraíso Perdido de Milton fracasa en lo del efecto sostenido.
  1. Decidir sobre el efecto deseado.
El autor debe decidir de antemano «la elección de la impresión» que él o ella desea dejar en el lector. Poe asume aquí muchísimo acerca de la capacidad de los autores para manipular las emociones de los lectores. Incluso tiene la osadía de afirmar que el diseño de El cuervo rindió un trabajo «universalmente apreciable». Esto podría ser así, pero quizás no inspira universalmente la apreciación de la belleza que «excita al alma sensible hasta las lágrimas» —el efecto deseado de Poe para el poema.
  1. Elija el tono de la obra.
Poe afirma que es la base más elevada para su trabajo, aunque es discutible si es que él estaba siendo serio al respecto. Al igual que, en general, «La belleza es la única legítima provincia del poema», y en particular en El cuervo «La melancolía es por lo tanto la más legítima de todos los tonos poéticos.» cualquiera sea el tono que se elija, sin embargo, la técnica que emplea Poe, y recomienda, probablemente se aplica. Es la del «estribillo» —una repetida «nota clave»— sea una palabra, frase o imagen que sustenta un estado de ánimo. En El Cuervo, la palabra «nunca más» realiza esta función, una palabra que Poe eligió por su fonética tanto como por sus cualidades conceptuales.
Poe afirma que su elección del Cuervo para entregar este estribillo surgió del deseo para conciliar la irreflexiva «monotonía del ejercicio» con las capacidades racionales del personaje humano. Él en un principio consideró poner la palabra en el pico de un loro, y luego la colocó en un cuervo —«el pájaro de mal agüero»—, en consonancia con el tono melancólico.
  1. Determinar el tema y los personajes de la obra.
Aquí Poe reivindica lo de «la muerte de una mujer hermosa», y añade, «los labios más adecuados para tal tema son los de un amante afligido.» Él elige estas partículas para representar su tema: «la más melancólica» Muerte. Al contrario de los métodos de muchos escritores, Poe se mueve de lo abstracto a lo concreto, escogiendo personajes que sean portavoces de ideas.
  1. Establecer el clímax.
En El cuervo, dice Poe que «tuvo que combinar las dos ideas, la de un amante lamentando la muerte de la mujer y la de un cuervo que repite continuamente la palabra “Nunca más”». Reuniéndolos, primero compuso la tercera-a-última estrofa, lo que le permitió determinar el «ritmo, el metro, y la longitud y la disposición general» del resto del poema. Al igual que en la etapa de planificación, Poe recomienda que la escritura «tiene su principio-en el final.»
  1. Determinar el escenario.
Aunque este aspecto pareciera ser el punto obvio para empezar cualquier trabajo, Poe lo sostiene hacia el final, después de que él ya ha decidido el porqué quiere colocar ciertos personajes en un lugar, diciendo ciertas cosas. Sólo cuando se ha aclarado su propósito y ampliamente esbozado con antelación cómo pretende lograrlo, decide «colocar el amante en su habitación… ricamente decorada.» Dejar para lo último estos detalles no significa, sin embargo, que sean ideas tardías, sino que son sugeridas —o inevitablemente derivan— del trabajo anterior. En el caso de El Cuervo, Poe nos dice que con el fin de llevar a cabo su esquema literario, «una demarcación cerrada del espacio es absolutamente necesaria para el efecto del incidente aislado.»

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